Sangre

Del libro " La medicina natural al alcance de todos".

Autor: Abogado Manuel Lazaeta Acharán.

Transcripción del Capítulo 10.

 

La salud, que es normalidad funcional del organismo, sólo es posible con sangre pura y normal circulación de ella en todo el cuerpo.

So colocamos la mano contra el sol, vemos en ella una maza rojiza, pues todos sus tejidos están impregnados de sangre, sin distinción de piel, nervios, músculos, venas, ligamentos y huesos. Esto mismo ocurre en todo el cuerpo, donde todos sus tejidos y órganos, desde la piel hasta la médula de los huesos están invadidos por la sangre, produciendose la muerte de los tejidos donde se paraliza la circulación sanguínea, es decir se presenta la gangrena.

Según esto la sangre es la vida del cuerpo y d aquí el nombre de fluído vital con que se le designa. Ella es producto de la nutrición en general y de la digestión en particular. Se elabora en el aparato digestivo, circula por arterias y venas bombeada por el corazón, y se purifica a través de los pulmones, de la piel y de los riñones. También filtran la sangre el hígado y el baso, siendo notable la acción de este último órgano, que denuncia, por el iris del ojo izquierdo, dónde se ubica, la alteración que sufre su contextura y la impurificación que en él causa la presencia de venenos inyectados en la sangre como drogas milagrosas.

Salvo herencia malsana, la sangre se impurifica respirando aire impuro, con desarreglos digestivos y sofocando la piel con abrigos inadecuados que debilitan su tercer trabajo de tercer pulmón y tercer riñón.

La sangre impura se carga de materias extrañas, pirde su fluidez y se torna espesa y viscosa, Esta alteración en su composición, también altera su circulación en el cuerpo, haciendose progresivamente escasa en la piel, extremidades y cerebro.

Alterada la composición y circulación de la sangre, todo el cuerpo decae en su vitalidad. En efecto, el sistema nervioso, que es como el dueño de casa del organismo, depende de la calidad del fluído vital. Sangre pura da nervios sanos, lo que significa vigor general y normalidad funcionalen todo el cuerpo. A la inversa, sangre impura deprime la vitalidad nerviosa y, por lo tanto, las defensas orgánicas y la salud integral del individuo. Por fin, sangre intoxicadas por putrefacciones intestinales, vacunas, sueros e inyecciones medicamentosas, conduce a la paralisis por adormecimiento de la energía nerviosa.

Todo enfermo, pues, en grado variable, es víctima del debilitamiento de su vitalidad por impurificación y mala circulación de su sangre. De aquí que para hacer desaparecer cualquiera dolencia es preciso purificar la sangre mediante buenas digestiones y activa eliminación cutánea. Esto se conseguirá congestionando la piel del enfermo y refrezcando sus entrañas, porque enfermamos por desequilibrio térmico del cuerpo, como se ha visto antes.

Con lo expuesto, el lector se dará cuenta por qué la Doctrina Térmica de salud que enseño, siempre tiene un solo objetivo que realizar en todo enfermo, cualquiera que sea el nombre o manifestación de su dolencia. Este objetivo siempre se dirige a purificar su sangre y normalizar su circulación en la piel y extremidades de su cuerpo. Esta doble finalidad, repito, se obtendrá refrezcando el aparato digestivo y afiebrando la piel.

Mi doctrina, pues, se dirige al cuerpo entero, como un solo órgano, sin detenerse en los síntomas o manifestaciones de falta de salud.

La sangre pura es alcalina, fluída, de color rojo encendido y se manifiesta en una piel limpia, frezca y sonrosada, sin coloraciones desiguales, manchas ni venitas.

En la garganta puede aprciarse el estado de la sangrede una persona. Cuando el velo del paladar, la campanilla y las glándulas se presentan con un color rojizo, más o menos pronunciado, o aparecen inflamaciones de los tejidos de eos órganos, podemos afirmar que la composición de la sangre de esa persona está maleada en grado mayor o menor, según la intensidad de los síntomas.

La sangre mala o impura, ácida, de color más o menos oscuro, conteniendo materias extrañas, pierde su fluidez y, haciendose más o menos espesa, circula con variable dificultad por el cuerpo, originando trastornos por nutrición inadecuada del organismo e intoxicación general, más o menos grave, y de las células en particular. Además los ácidos que dominan en su composición, son causas de irritaciones, inflamaciones y congestiones. Por fin, el sistema nervioso, que mantiene la actividad funcional del organismo, se debilita nutrido por sangre impura.

El cuerpo que posee sangre pura, tiene normalidad en todas sus funciones, vale decir salud integral, pues el fluido vital circulará normalmente y nutrirá todos sus tejidos y órganos en forma adecuada a sus necesidades. En cambio, la sangre cargada de ácidos e impurezas, se estancará en una u otra parte del organismo, depositando esas materias extrañas en los puntos menos defendidos, produciendo irritaciones y congestiones locales.

Con lo expuesto tenemos explicado el origen y desarrollo de toos los síntomas de alteración de la salud. La sangre mala produce etado de desnutrición e intoxicación general en todo el organismo por pobreza de elementos adecuados a la vida de la célula y abundancia de substancias tóxicas, lo que constituye el estado de enfermo.Por otra parte, las reacciones defensivas de los tejidos u órganos afectados por las materias morbosas, dan lugar a congestiones e inflamaciones que caracterizan la llamada enfermedad local.

Tenemos así definidos estos términos : enfermo es el sujeto cuyo organismo sufre un trastorno general en su funcionamiento, por mala nutrición y deficientes eliminaciones; y enfermedad es el síntoma o manifestación morbosa localizada del etado anormal que afecta a todo el organismo y que siempre constituye un proceso inflamatorio de intensidad variable.

El enfermo puede existir sin enfermedad. Esto lo vemos diariamente: se trata de un joven de buena contextura orgánica, pero que lleva vida desarreglada. Sus comidas son verdaderas intoxicaciones y el recargo de substancias extrañas en su cuerpo, cada vez más, se exterioriza por el abultamiento e hinchazón de us formas. Su fuerza vital mantiene una aparente normalidad, sin necesidad de producir una crisis. Es este enfermo ignorado, sin síntomas, el enfermo sin enfermedad.

Pero si puede existir un enfermo sin enfermedad clasificada, no hay enfermedad sin enfermo, es decir, todo síntoma supone un proceso morboso generalizado a todo el organismo.

El enfermo está caracterizado por debilitamiento vital en grado variable por desnutrición e intoxicación proveniente de fermentaciones malsanas en el aparato digestivo. Toda enfermedad se caracteriza por inflamación del órgano o zona del cuerpo directamente afectado; este proceso inflamatorio y congestivo puede ser agudo, subagudo, crónico o destructivo.

El iris de los ojos del enfermo revela estos dos aspectos: una impurificación generalizada a todo el organismo y localizaciones del proceso morboso que se manifiesta por irritación, inflamación, congetión, o destrucción de las fibras del tejido iridal en la zona corespondiente al punto afectado.

El proceso que determina el estado de enfermo es siempre el mismo: respirando aire malsano, manteniendo la piel falta de ventilación y alimentandose de productos indigestos introducimos en el cuerpo substancias inadecuadas para su economía, las que quedan entre los tejidos vivos como materias extrañas a ellos. Desde el momento que el cuerpo acumula estas materias muertas, más o menos tóxicas, ya entra en el estado de enfermo aunque no se presenten síntomas. A medida que aumentan los desarreglos de la nutrición, las eliminaciónes se debilitan por forzado trabajo de los órganos correspondientes, aumentando progresivamente el estado de recargo morboso del cuerpo.

Cargada la sangre de materias sin vida, inadecuadas para formar tejidos vivos, deposita estas substancias tóxicas y dañinas en los órganos o zonas más débiles del organismo donde existen menor defensa, originando irritaciones, dolores, congestiones, inflamaciones crónicas y tumores clasificados de cáncer o tuberculosis.

La defectuosa circulación de la sangre en el órgano o zona del cuerpo afectado por substancias extrañas debilita la vida celular, desnutriendose e intoxicandose los tejidos deonde se produce el encharcamiento sanguíneo. Además, la congetión, elevando la temperatura local, favorece fermentaciones pútridas de las materias orgánicas muertas ahí depositadas, deprimiendo progresivamente por intoxicación la vida de los tejidos que las asilan, hasta llegar a producir la muerte de las células, vale decir procesos destructivos.

Tenemos, entonces, que el proceso de toda enfermedad o afección localizada es el siguiente : los tejidos que asilan las substancias extrañas se irritan por su acción ácida y cáustica; desatendido este proceso inflamatorio, se hace crónica la congestión, la que, constituyendo mal riego sanguíneo, gradualmente debilita la vitalidad y resistencia de los tejidos afectados hasta producir la muerte de ellos por desnutrición e intoxicación de sus célula; de aquí, tumores clasificados de sifilíticos, tuberculosos y cancerosos.

Como se explicará en su lugar, con lo expuesto es fácil comprender que, para obtener el restablecimiento de todo individuo falto de salud, es preciso seguir este doble camino: dirigirse al enfermo para normalizar su digestión y activar sus eliminaciones colocando su cuerpo en equilibrio térmico. Además, tratar su enfermedad, vale decir, el proceso morboso localizado, descongestionando y derivando las materias malsanas a la superficie del cuerpo y vías de expulsión del bajo vientre.

Terminamos este punto, haciendo notar, una vez más, que en todo enfermo, además de estar alterada la composición de su sangre, se encuentra también alterada su ciculación.Atraída al interior del vientre, la sangre congestiona sus órganos y se encharca además en la zona del cuerpo especialmente afectada. Por su parte, la piel se pone anémica e inactiva en la misma medida que se congestionan las entrañas.

Como la sangre lleva el calor, tenemos así el Desequilibrio Térmico del cuerpo, en grado variable común a todo enfermo. Queda entonces indicado el camino de la normalidad : afiebrar su piel y refrezcar sus entrañas.